*Sus padres Don Raúl y Doña Sarita manitenen un legado titiritero en las calles de la ciudad de Puebla
Jaime Carrera
Puebla, Pue.- De norte a sur o de oriente a poniente, decenas de personas avanzan a lo largo de los portales del Centro Histórico de Puebla y prácticamente a ras de piso Tomasito ve pasar infinidad de zapatos, de ida y vuelta y viceversa se mueve plácidamente, da giros e interactúa con sus seguidores: niños, niñas y adultos de todas las edades lo saludan.
Transcurre otro día más en la capital poblana, otro encuentro de Tomas frente a su audiencia, la que aprecia el esfuerzo de dos personas, sus padres: Don Raúl y Doña Sarita, de mantener un legado titiritero en las calles de la ciudad en donde se consuma el arte urbano, el que genera atmósferas de aplausos compartidos y alimenta de sueños e ilusiones a los curiosos.
El conglomerado de sonidos es el propio de una zona de alta afluencia peatonal, ciclista y de vehículos, pero de entre la vorágine auditiva de los gritos, pitidos y claxons, sobresalta Tomas, en cada brinco atrae una mirada, de aquel que no se esperaba encontrar esa escena, ese espectáculo. Y las emociones se dispersan en el ambiente en medio del tango, la cumbia o el danzón.
Para otros resurge la melancolía o la nostalgia al recordar algún títere o marioneta que los marcó en sus infancias, que los hizo recordar a un familiar que se fue, que ya no está o, simplemente, se desborda la alegría y la felicidad con una sonrisa, con un suspiro, por ver cada uno de los pasos que Tomasito perfecciona todos los días junto con el señor Raúl, su creador.
En 1995, hace ya 25 años, Tomasito llegó a este mundo, pero lo que el señor Raúl no se imaginaba era que ocho años después, el títere cautivaría a una bella mujer, Sarita, que se enamoró de ambos: Tomasito y su creador. Desde ese momento, los tres serían inseparables, tanto que llevan 17 años juntos recorriendo plazas públicas, escenarios urbanos, portales.
“El nombre de Tomasito, todo comenzó cuando un amigo me invitó a TV3, con el hoy difunto Enrique Limón, le caí bien y me dijo no puedes entrar como ventrílocuo, si tienes otra actividad, una marioneta, tráela, fui y anunciamos un evento que organizó un doctor naturista muy bueno, David Pérez, y para una convención de merolicos”, narra Don Raúl.
Tomasito fue bautizado así, en honor a uno de los icónicos personajes del comediante Héctor Suárez: Tomás, un niño que vive con su madre en la zona costera de Cuba y quien solía hacer adivinanzas curiosas, con jiribilla, que evoca el doble sentido y que marcó la historia de la comicidad mexicana, así como las andanzas de Raúl en el mundo titiritero.
“Y de ahí salió que le pusiera Tomás, y dije es para revivir el personaje de Héctor Suárez, de ahí quedó el Tomás, y no tenía apellido, y le puse de apellidos Diario y Sarita le puso Vela, porque Tomasito vela por sus intereses y diario está trabajando”, explica Raúl, tras asegurar que su títere es de los poblanos, jamás vendible y siempre gustoso del baile.
La consolidación de Tomás como un espectáculo ha sido gracias a la ardua labor de Raúl y Sara: vestimenta, aditamentos, instrumentos musicales, una historia en torno al personaje y mucho amor para cuidarlo con cada enmienda de hilos. Tomás es todo un enigma para muchos y un títere que ha bailado en Jalisco, Nayarit, Zacatecas, Ciudad de México y Tlaxcala.
“El muñequito ha ganado muchos premios, ya somos artistas urbanos, ya no callejeros, somos los artistas del momento, tenemos un taller de títeres, muy interesante, Taller Raúl Galicia y sus Muñecos con Alma, estamos ahorita tratando de tener el taller para que todos los vean, nosotros hacemos los muñecos, no hemos comprado ninguno”, agrega Doña Sarita.
Pero también el muñeco ha representado una lucha, para poder mantener su espectáculo en las calles de la ciudad de Puebla y que con el paso de los años se consiguió: por su simpatía, por mantenerse en el gusto de los poblanos, por convivir con toda una sociedad y, sobre todo, por darle vida al arte de los títeres, al arte vivo de los hilos y las manos.
“Y él es un muñequito extraordinario, lo hemos vestido de muchas formas hasta de angelito, de Rey Mago, de la primavera, de Santa Claus, de cosas muy bonitas, y hasta ha estado en el Festival Internacional del Títere y ganó el primer lugar en Huamantla, Tlaxcala, porque se puso a consolidarse con los muñecos de allá”, presume Sarita desde el Portal Hidalgo.
La labor de Raúl y Sara es titánica, mantener viva la tradición titiritera, brindarle a los poblanos y turistas un momento de distracción y expandir el escenario cultural urbano. Pero también la pareja investiga, se documenta y desde su taller planean consolidar una formación profesional de ese arte y demostrar que las marionetas transforman la vida de las personas.
“Tenemos la dicha de ser reconocidos en Huamantla, en el Museo Nacional del Títere, la Casa de la Cultura, en el IMAPC en el municipio, en la SEP y en el Barrio del Artista, somos reconocidos por nuestra sencillez, humildad y el tiempo que se les da a los espectadores y no hay más que decirle a la gente que: gracias”, concluye Raúl, previo a poner a bailar a Tomás.
A la par, las personas caminan, unas más lento que otras, las que se detienen aprecian el esfuerzo de la pareja titiritera y les dan una moneda, los más pequeños saludan a Tomás, quien desenvuelto en medio de una cumbia forma parte del patrimonio urbano de Puebla: el legado titiritero que termina por crear una atmósfera plagada de aplausos, sonrisas y sueños.